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Cuidado parental en el uso de las redes sociales

Taller para padres de familia sobre control parental en redes sociales.
Las familias pueden asumir un mayor protagonismo en la interacción de sus hijos en las redes sociales

Cuidado parental en el uso de las redes sociales

Las redes sociales han cambiado la forma en que nos comunicamos, trabajamos y nos entretenemos. Sin embargo, para los padres, representan un desafío complejo: ¿cómo nuestros hijos pueden participar en el mundo digital sin que se vean sobreexpuestos a sus riesgos? El pasado viernes, tuve la oportunidad de hablarle a los padres de familia de una escuela sobre el cuidado parental en entornos virtuales. El enfoque que se esperaba de mí, era que enfocara mi participación hacia las estrategias para restringir lo más posible el acceso de los niños y adolescentes a las redes sociales. También era esperado que comentara algunas aplicaciones que ayuden a los padres a localizar a sus hijos (a través de sus celulares) y a controlar/vetar los accesos a páginas, informaciones y aplicaciones en el celular.


Evidentemente hay sitios de internet que no deben ser revisados por los menores de edad, así que el cuidado parental en el uso de las redes sociales no está en tela de juicio. Aplicaciones como Family Link de Google, el programa Microsoft Family Safety; el programa Qustodio y NetNanny son algunos de los medios en que podemos tener un mayor control de lo que ocurre en el entorno virtual familiar. Restringir el límite de tiempo de pantalla y la contraseña del wi-fi (o apagar el router en todo caso) son mecanismos igualmente fáciles de implementar. En cualquier caso, mi propuesta fue más allá, gracias al método P+DC que les presenté ese día.


El método P+D&AC propone una solución equilibrada basada en tres pilares fundamentales en relación a las familias: Posponer lo más posible (P), Diálogo & Acuerdos (D&A) y Conexión personal (C). Su implementación permite a los niños y adolescentes desarrollar una relación saludable con la tecnología sin caer en la dependencia o el uso irresponsable, minimizando los riesgos y la sobreexposición.


Posponer lo más posible (P)

El acceso temprano a las redes sociales puede afectar el desarrollo emocional y cognitivo de los niños. Investigaciones han demostrado que el uso excesivo de pantallas puede influir en la atención, la autoestima y la interacción social fuera del ámbito digital. Por ello, una de las claves del método P+DC es retrasar el uso de redes hasta que los niños tengan una mayor madurez emocional. Esto no significa negar el acceso de manera arbitraria, sino preparar el terreno para un uso responsable y progresivo.


Como parte de esta iniciativa, se debe potenciar el espacio para fomentar actividades junto a los hijos... Lo que siempre se ha denominado tiempo de calidad con tus hijos. La idea general es fomentar actividades individuales como la lectura, el juego al aire libre y la exploración de intereses, así como excursiones, paseos familiares. En resumen, modelar una vida sin pantallas.


Ello también requiere un análisis en función a qué mecanismos activamos para poder localizar y comunicarnos con nuestros hijos. Muchos padres consideran ofrecer el celular a sus menores hijos porque "tienen que estar conectados". ¡Y eso es válido! La sugerencia es validar alternativas que mantengan al uso de los dispositivos tecnológicos como última opción.


Diálogo & Acuerdos (D)

Un paso previo, a permitir el acceso a los dispositivos tecnológicos tiene que ver con el diálogo abierto con los niños y adolescentes. ¿Qué dispositivo requerimos para la necesidad identificada? Lo más sencillo es comprar el celular que está de moda, o el primero que nos pitchan de publicidad, pero ¿Es suficiente para atender la necesidad que tenemos, o podría crearnos otro problema? En mi experiencia acompañando familias desde el ámbito tecnológico, un celular no es sólo un dispositivo; es también un signo de estatus, como puede serlo una buena conexión de datos... ¿Pero, realmente es lo que se necesita? Identificar las necesidades reales y conversar sobre el proceso de decisión ayuda a los hijos a empoderarse respecto a sus primeras interacciones con los dispositivos tecnológicos.


Cuando finalmente los niños acceden al celular, se les entrega también las llaves a un sinnúmero de aplicaciones y páginas webs que nadie les ha enseñado a usar. Así, sus primeras exploraciones y aprendizajes son empíricos, sin supervisión y sin retroalimentación.


La supervisión no debe limitarse a la imposición de reglas. Es imprescindible generar un diálogo abierto sobre lo que implica navegar en estos entornos. Hablar sobre seguridad digital, privacidad, el impacto del contenido y los riesgos del ciberacoso ayuda a los niños a desarrollar un pensamiento crítico ante lo que consumen y comparten en línea. El diálogo debe incorporar el acceso significativo a todo este mundo tecnológico y a una comprensión cada vez mayor de lo que significan palabras como privacidad, cookies, phishing, vishing, smishing, pharming, whaling y spoofing, entre otras. Aquí es muy importante la formación que posean padres y maestros respecto a la ciudadanía digital y la interacción en entornos virtuales generados por las TIC.


El diálogo debe ir acompañado de normas claras y consistentes. Establecer tiempos de conexión, evitar el uso de dispositivos durante las comidas y promover espacios libres de pantallas son medidas efectivas. Sin embargo, la disciplina no debe ser una imposición unilateral, sino un acuerdo construido en familia que permita que el niño comprenda las razones detrás de cada límite. Ello se traduce en normas de convivencia que sean coherentes, razonables y compartidas.


Un apartado aquí (muy relevante) es hablar de las consecuencias que se desprenden de un incumplimiento de las normas de convivencia. La reacción obvia de algunos padres, cuando descubren una transgresión es quitar el celular al niño, por un tiempo "prudencial". No hay nada más ilógico. Anteriormente hemos mencionado que es un requisito indispensable conversar sobre las necesidades e identificar mecanismos alternativos a la comunicación o localización antes de ofrecer un dispositivo tecnológico. Al encontrarse un comportamiento disruptivo retirar el acceso al dispositivo no resuelve el problema que llevó a ofrecer el celular y en consecuencia, más pronto que tarde el dispositivo será devuelto al transgresor, quien percibe la devolución como un pequeño triunfo, sino como una validación tácita de su mal comportamiento. Y nadie aprendió nada en ese contexto. Las consecuencias deben ser obvias (previamente conversadas) y muy razonables. Aquí es donde se deben considerar mecanismos de control parental que pueden ir desde la suspensión de las cuentas sociales hasta la consideración de utilizar el dispositivo siempre en presencia de otro adulto significativo.


Conexión personal (C)

El desafío más grande para las familias es mantener la conexión, a pesar de los entornos virtuales. Los seres humanos siempre tendremos la necesidad de conectar con los otros, y eso no va a cambiar. Quizá la paradoja puede enunciarse en relación a cómo es posible que la era digital acerque a las personas que están más lejanas (e incluso reemplacen la interacción cara a cara) y cuenten con el potencial de alejar a las personas que están más próximas. Para evitarlo, es fundamental que los padres prioricen la conexión emocional con sus hijos. Compartir tiempo de calidad sin pantallas, realizar actividades en conjunto y fortalecer el vínculo afectivo son estrategias clave para que los niños no sientan que su única forma de socializar está en lo digital. Esto significa hacer cosas juntos en las redes sociales e interactuar en diversos entornos digitales.


Otra sugerencia es conocer las redes sociales en las que se desenvuelven todos (padres e hijos) y seguirse mutuamente. Cuando existe una conexión fuerte entre padres e hijos (Online y Offline), es más fácil generar confianza para hablar de cualquier problema que puedan enfrentar en el mundo digital, como la presión social en línea, el consumo de contenido dañino o el uso excesivo de redes. Ello significa también comprender cómo nos relacionamos cada uno de nosotros con nuestra identidad virtual (esa imagen que proyectamos a los demás en las redes sociales) y cómo se describe la calidad de las interacciones que tenemos en esos entornos virtuales.


La conexión (más allá de si es en entornos virtuales o presenciales) es el eje del control parental. Ello debe traducirse en desarrollar de forma conjunta alternativas a la interacción en redes sociales con actividades igualmente significativas en forma conjunta y juntarse en comunidades que tengan los mismos intereses y preocupaciones. Varias experiencias de desintoxicación digital se hacen cada vez más populares y llegan incluso a convertirse en propuesta turística en determinados casos.


Conclusiones

El método P+D&AC no busca prohibir ni controlar excesivamente, sino acompañar y educar. Cada familia puede realizar los ajustes pertinentes según la edad, madurez y necesidades de sus hijos; y validar los diversos mecanismos aquí planteados a partir de su propia experiencia y contexto. Lo importante es no dejar que la tecnología reemplace la crianza, sino convertirla en una herramienta de aprendizaje y crecimiento. La escuela juega un papel fundamental en la promoción de estos comportamientos "saludables" y, en consecuencia, las familias deberían aliarse por una educación en ciudadanía digital en conjunto con maestros y directivos.


En un mundo donde la digitalización avanza sin pausa, es nuestra responsabilidad formar ciudadanos digitales responsables, capaces de disfrutar de la tecnología sin depender de ella. Con el método P+D&AC, padres y educadores tienen una guía clara para lograrlo.

 
 
 

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