
El 4 de febrero de 1993 marcó un punto de inflexión en la lucha contra el terrorismo en Perú. Diecisiete efectivos policiales, incluyendo al Mayor Roberto Morales y al Suboficial Leonardo Serrano Vílchez entregaron su vida combatiendo a las huestes de Sendero Luminoso. Recordados como los Mártires de Huarmaca.
Hoy recordamos a los valientes hombres que lucharon contra el terrorismo y defendieron nuestra democracia. Cuatro de ellos, eran agentes de la Unidad de Desactivación de Explosivos (UDEX) de la Policía Nacional del Perú.

Mi padre, Leonardo Serrano Vílchez, su compadre Roberto Morales, y dos agentes de la UDEX caídos en Huarmaca, simbolizan el sacrificio silencioso. Su especialidad no era solo desactivar bombas, sino defender la paz en los momentos más oscuros del terrorismo en el Perú. Cada desactivación de explosivos era un acto de valentía que evitaba potenciales masacres.
Los Mártires de Huarmaca:
Para nunca se olvide y quede escrito en la historia, estos valorosos efectivos de la Policia Nacional del Perú fueron bautizados bajo el nombre de:
Mayor Roberto Vicente Morales Rojas
SOT2 Leonardo Serrano Vílchez
SOT2 Edgardo Palacios Bobadilla
SOT3 Benjamín (Jorge) Yarlaqué Castañeda
SOT3 Elber Antonio Baca Juárez
SOT3 Jorge Enrique Farfán Sánchez
SOT3 Julio César Paico García
SOT3 Ricardo Martín Benavides Huiman
SOT1 Humberto Aguirre Silupu
SOT1 Marco Antonio Mendiola Céspedes
SO1 Marcos Humberto Salazar Ipanaqué
SO2 Guillermo Hernández Ramírez
SO2 José Gilmer Guevara Dávila
SO2 José Rosendo Baldera Berna
SO2 Santos Alberto Chumpén Torres
SO2 Víctor Aladino Benavides Cruzado
ET3 José Luis Espada Ccanto
Fueron emboscados el 4 de febrero de 1993, por remanentes de Sendero Luminoso en Huarmaca, Piura. Este ataque devastador no solo segó vidas valientes, sino que dejó familias rotas, huérfanos y proyectos de vida truncados.

Recordemos que, entre 1980 y 2000, el conflicto interno en Perú cobró más de 35,000 vidas. Sendero Luminoso, liderado por Abimael Guzmán, sembró terror y destrucción, especialmente en zonas rurales vulnerables.
El Estado ha intentado honrar estos sacrificios mediante:
- La creación del Día de los Defensores de la Democracia
- La "Medalla al Defensor de la Democracia"
- Reconocimientos póstumos a los efectivos caídos
Una memoria postergada.

Paradójicamente, el Lugar de la Memoria, la Tolerancia y la Inclusión Social (LUM) ha optado por el silencio este año. A pesar de haber colocado una placa conmemorativa en 2020, este año no ha organizado ningún acto para recordar a los 17 mártires de Huarmaca.
Esta omisión representa más que una simple negligencia administrativa. Es un síntoma preocupante del desvanecimiento de la memoria histórica. Los hijos de estos héroes, ahora adultos, y sus nietos nunca conocerán completamente el sacrificio de quienes defendieron la democracia. Un llamado a la reflexión a los minsitro de Cultura, Interior y Justicia. En cuyos despachos siempre estuvo la agenda de defensa de la memoria de los cientos de peruanos que dieron la vida por la democracia.

Señores Ministros de Cultura, Interior y Justicia:
El silencio institucional sobre los Mártires de Huarmaca y otros defensores de la democracia es una omisión que duele y preocupa. En sus despachos descansa la responsabilidad de mantener viva la memoria de cientos de peruanos que ofrendaron sus vidas por la democracia.
La ausencia de actos conmemorativos en el LUM este 4 de febrero no es un simple olvido administrativo. Representa el debilitamiento progresivo de nuestra memoria histórica y un desaire a las familias que aún llevan el peso de esa pérdida.
El Mayor Roberto Morales, el Suboficial Leonardo Serrano Vílchez y sus quince compañeros no murieron defendiendo una ideología política. Cayeron protegiendo los cimientos de nuestra democracia, los mismos que hoy ustedes tienen el deber de preservar desde sus carteras ministeriales.
La memoria no es un lujo institucional ni una opción política. Es un deber fundamental del Estado que ustedes representan. Cada placa sin homenaje, cada fecha sin conmemoración, cada historia sin contar, es una grieta en nuestra identidad nacional.
Es hora de que sus ministerios actúen con la misma valentía que mostraron estos héroes. La verdadera justicia comienza con la memoria, y la memoria requiere acción, no solo palabras en documentos oficiales.
¿Cuánto más deberán esperar las familias de nuestros defensores para ver un compromiso real con su sacrificio? La democracia que hoy tenemos se construyó con el sacrificio de estos valientes. No permitan que el olvido institucional sea la última herida que deban soportar sus familias.
El testimonio de los familiares de las víctimas del terrorismo, la época más oscura del ultimo siglo, nos recuerda que la memoria no debe ser un ejercicio político, sino un compromiso con la verdad. No existe mártir que no haya entregado su vida por una causa justa.
En un país que busca reconciliación, olvidar es traicionar. Cada nombre, cada historia, cada sacrificio merece ser recordado. Los 17 de Huarmaca no son estadísticas, son héroes con rostro, familia y un legado de valentía.
Honor y gloria a los Mártires de Huarmaca por siempre.
*Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivamente del autor y no reflejan necesariamente la postura o posición de la empresa.
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